No llores cuando muera, pues en el eco del silencio, mi voz resonará eternamente. En los colores del atardecer, en el murmullo del arroyo, mi presencia encontrarás. No llores por la partida, más bien, alza la mirada y descubre mi huella en el cielo. En cada página de un libro, en cada verso de un poema, mi historia perdurará. No llores cuando muera, porque en el susurro del bosque, mi espíritu danzará con el viento. En el abrazo cálido del sol, en la suavidad de la lluvia, mi energía persistirá. No llores por mi adiós, celebra la danza de las estaciones, y encontrarás mi esencia en cada cambio. No llores cuando muera, sólo ámame en los recuerdos, como un suspiro que nunca se desvanece. En la risa de los niños, en la fragancia de las flores, mi amor resonará. Así que, no llores cuando muera, sino sonríe al saber que en cada latido del corazón, mi existencia perdurará.